La diversidad cultural representa a la vez un reto y un recurso inestimable para cualquier ciudad. Cuando es reconocida formalmente, esta diversidad se convierte en un motor de desarrollo económico, social y cultural, ya que multiplica las formas y sinergias de la participación ciudadana. La ESS, al trabajar en pro de las capacidades de las comunidades y fortalecer así la participación ciudadana en los territorios, no sólo desempeña un papel clave para la cohesión social en un contexto de diversidad cultural, sino que además contribuye a poner en valor los beneficios esta diversidad. En este sentido, es el aliado natural de los gobiernos locales que también buscan la implicación y el intercambio entre todos los actores culturales del territorio.